La ofrenda . Cada mañana dejo una carta en el banco del parque, justo antes del amanecer.

La ofrenda
Cada mañana dejo una carta en el banco del parque, justo antes del amanecer. Es mi ofrenda diaria.
No hay destinatario, ni fecha, sólo palabras que me brotan como si alguien las esperara desde otro tiempo. No escribo con la mano. Escribo con lo que me falta.
Hoy, por primera vez, alguien responde.
Un sobre azul, cerrado. Lo toco. El aire se detiene. Dentro, sólo hay dos palabras:
"Sigue escribiendo."
Desde entonces, algo me observa. Las farolas parpadean. Los relojes se detienen por un instante cuando paso. Las hojas caen en silencio al caminar. Las sombras se giran levemente. Y el viento, a veces, me llama por mi nombre verdadero.
No lo cuento.
Hay cosas que no deben encerrarse en palabras. El misterio es un animal frágil: si lo mirás de frente, se desvanece.
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La ofrenda - Ritzman Chanes (c)
Abril 2025
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